Desireé Luna y Pilar Marín
Todos sabemos que vivimos en un momento de desaceleración económica, en el que gran parte de la población ha visto como su nivel de vida y bienestar ha disminuido notablemente. Algunos opinan que esto se debe a que estamos en un crisis del capitalismo de consumo en el que el endeudamiento de la población, empresas y organismos públicos nos llevan a promover el ahorro por encima del consumismo.
Pero ante este contexto social toma más importancia el culto al cuerpo. Se generaliza la visión: “no podemos paliar las dificultades económicas, pero cuidar más de tu físico es una forma de encontrarnos mejor”. Esta situación ha producido que cada vez gastemos más dinero en maquillaje, pintalabios… También hace que practiquemos más deporte. Todo vale si nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos.
/AUMENTA LA VENTA DE COSMÉTICOS/
La venta de barras de labios ha aumentado en los últimos tres años, y no es la primera vez que ocurre, las casas de cosméticos aseguran que siempre que hay crisis se venden más pintalabios, dicen que esos pequeños gastos asequibles hacen que la gente se sienta mejor. De hecho se sabe que la 'compra compulsiva' aumenta cuando la gente está triste, ansiosa, preocupada o estresada.
Además hay encuestas que evidencian que los niveles socioeconómicos bajos y la pérdida de estatus socioeconómico se asocian a peores autoevaluaciones de salud. No se tratan de un hecho aislado, sino que en la crisis del 29 se asociaron repercusiones notables para la salud mental, aumentaron las enfermedades psicosomáticas, depresiones, suicidios… Pero lo curioso es que en el crack del 29, aunque bajo la producción industrial y el consumo un 50%, aumentó la venta de cosméticos.
/CONSUME PARA SER FELIZ/
Ante esta situación el sistema económico actual nos ha enseñado el eslogan: “Consume para ser feliz.” Nos han impuesto la cultura del consumo y obsolescencia de los productos. Sólo mediante la adquisición de bienes o servicios llegaremos a la felicidad, porque los productos no sólo satisfacen necesidades, sino que satisface nuestros deseos más profundos, que son efímeros y cambiantes. Aunque no podamos darnos grandes caprichos como un gran coche, ropa cara, unas buenas vacaciones… Siempre nos podemos dar pequeños caprichos como un pintalabios, colonias o cremas. Porque estamos en una sociedad en la que prima la estética del consumo.
Entonces, ¿podemos afirmar qué los problemas económicos nos llevan a cambiar los hábitos de consumo? Evidentemente sí, aunque dedicamos menos dinero al ocio, ropa… las altas tasas de paro han producido que la gente pueda dedicar más tiempo y esfuerzo al cuidado del cuerpo y belleza, y mientras baja el consumo de unos productos el de otros se mantiene e incluso aumenta.
Algunos sociólogos exponen que este tipo de consumismo sólo es una forma superficial de paliar los efectos de la crisis y es que el consumo está tan integrado en la sociedad , que somos totalmente dependientes del mismo, hasta el punto en que predomina el argumento: “ante la crisis ponte guapa”, porque sólo sintiéndote bien por fuera te sentirás bien por dentro. ¿Es el consumismo la respuesta a nuestros problemas?¿En qué medida somos dependientes del consumo?