lunes, 21 de noviembre de 2011

EL CONSUMO DE HIP-HOP: CONSTRUCTOR Y REPRODUCTOR DE IDENTIDADES (G2)

Ines Díaz y Tarek Ananou

“7:00 A.M. Suena el despertador en una habitación pequeña y oscura, empapelada de imágenes distantes y desafiantes, que luchan por ocupar el máximo lugar y la presencia constante en la mente de Jorge, un chaval normal, con una vida normal, en un barrio normal de una ciudad normal.

La voz rítmica y difusa con la que amanece cada mañana le acompaña, como un “run-run” interminable, al parque, con los colegas, donde los planes, aderezados con buen kifi con denominación de origen, superan con creces la tentación de una intensa mañana de instituto. Allí, entre risas y relatos de fin de semana, construyen cada día un refugio de su propia vida, y de sus sueños, truncados por una realidad que alimenta su ira y hace fluir su imaginación. Ya por la tarde, reunidos en uno de los almacenes de la vieja fábrica, donde el tiempo se detuvo hace casi 40 años, refuerzan, en sus rimas: sus miedos, sus rutinas y su ansia de libertad. ”

Esta estampa cotidiana, repetida a diario en cualquier rincón de nuestra ciudad, refleja el anhelo constante de unos jóvenes que se lanzan a la búsqueda de algo más y que encuentran, en el hip-hop, el camino para expresar sus emociones y crear, a través de la lírica y la música, su propia identidad. Estos jóvenes, producto de una sociedad atropellada, morbosa y excluyente con quien no se adapta a la norma del consumo, consolidan, y destruyen al mismo tiempo, una identidad híbrida y cambiante cuya única constante es su verso: distante y provocador, como sus ídolos, o tierno y cercano, si la ocasión lo requiere.

Chicos con vidas complicadas, como el protagonista de la historia de C. Tangana, o chicos que sólo piden un poco de atención, desvían su motivación hacia el hip-hop, o, simplemente, disfrutan de él, mientras encuentran su sitio, y se recrean en los deseos de mitos consagrados, como el gran Notorius, reciclando sus consignas en su reivindicación vital: que se escuche su voz, destruir estereotipos y poder escapar de la mediocridad, aunque sin olvidar nunca el barrio y la gente que les ha hecho crecer.

- C. Tangana

o Pibe en la esquina

También hay grupos cuya identidad ya está marcada por determinantes raciales, sociales y culturales (como el francés de origen argelino Rim K) que se retroalimentan del proceso endogámico de la producción y el consumo de hip-hop, como generador simbólico por excelencia. Ya que es en este mundo donde cobra sentido la realidad, convertida en irónica irrealidad (como el mundo de simulacros de Baudrillard) y el desorden se diluye en un cosmos organizado de significados sociales e individuales con un solo objetivo: la reivindicación de pertenencia a un grupo con un proyecto común.

- Rimk

o L’espoir des favelas

Pero, ¿qué hay de los jóvenes que escuchan hip-hop con un mero fin estético y emocional? ¿Difieren de los valores estandarizados que promueven estas rimas? ¿O se han adscrito a ellas guiados por la rebeldía de la contramasa? Quizá, ninguna de las opciones sea la más justa ya que, como espejo y herramienta de construcción de identidad (de acuerdo a los planteamientos de Bocock), el hip-hop también ha evolucionado y el estereotipo al que estábamos acostumbrados se ha adaptado a las necesidades individuales de quienes participan de él.

Raperos como Elio Toffana y, sobre todo, Agorazein, representan la evolución de un hip-hop que ha sobrepasado fronteras, generando un habitus que, de manera opuesta a la construcción que Bourdieu hace del término, se consolida como gusto legitimado en grupos de estatus más elevados, donde antes era una práctica de consumo denostada. Estos jóvenes fusionan su propia identidad, fruto de otros hábitos de consumo, con las posibilidades creativas de este género y desestabilizan la imagen del “típico rapero”, generando un hip-hop menos estandarizado y enriquecido en cuanto a productor y reproductor de un potente valor simbólico y, en consecuencia, de una nueva identidad.

- Elio Toffana

o La purga

- Agorazein

o If she don´t

No obstante, como constructor de identidad, el poder de este valor se extiende a otros campos y se generan nuevos discursos al servicio del mejor postor. No hay más que ver el vídeo de un grupo de raperos, conocidos como “Los apóstoles de Móstoles”, que expresan sus mejores deseos políticos y religiosos para quienes “motivan” su día a día. El siguiente enlace es, nunca mejor dicho, la alegoría perfecta del: ¿ver para creer?

- Los Apóstoles de Móstoles

o Partido Popular

Es evidente que, de manera homóloga al consumo en nuestra sociedad, los horizontes en el hip-hop, como un reflejo más del consumo simbólico, se amplían hacia los deseos individuales de cada uno de sus partícipes, como herramienta de construcción de su propia identidad, y de su propia hiperrealidad, individual y compartida. Pero, ¿hacia dónde evoluciona la construcción y reproducción del consumo de hip-hop (en línea con los planteamientos de Baudrillard) en la creación de nuevas realidades que sustituyan a las actuales?

3 comentarios:

  1. Como bien se expresa en la entrada, el hip hop estaba concebido como un tipo de música que solo escuchaba la “gente de barrio”, en la mayoría de los casos hecho por ellos ya que era la mejor forma de plasmar sus pensamientos, sus problemas y en cierto modo evadirse de la realidad.
    Antes era impensable que la clase media pudiera escucha este tipo de música, pero hoy en día las personas con una clase social alta encuentran algo en el hip hop que les hace sentirse identificados con las letras. Esto se debe a la evolución de la sociedad, al cambio que se está produciendo, que hace que la gente tenga la mente “más abierta” y se den cuenta de que el hip hop no es una música de barrio. En este cambio los cantantes tienen mucha importancia, son ellos los que eliminan la imagen del antiguo rapero creando una nueva identidad.
    También hay que decir que el hip hop está de moda, aparecen nuevos grupos, la mayoría son pésimos en los que sus letras son críticas a la sociedad sin argumentos y sin ningún tipo de sentido o letras en las que expresan sus problemas que no interesan a nadie. Se creen que por decir “cuatro bobadas” gustarán a la gente pero no se dan cuenta de que el hip hop es un tipo de música con mucho valor simbólico y que no cualquiera vale para ello.

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  2. muy bueno el video de los apostoles de mostoles, muy fuerte...

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  3. El hip-hop nace, como la mayoría de movimientos culturales, como una forma más de expresar desacuerdo con la sociedad o con algo que forma parte de su realidad cotidiana. Esto conlleva que se cree una nueva forma de entender la realidad, una lucha interna, una manera de identificación, y al fin y al cabo, de autoexpresión. Aparte de la ideología, se transforma en una determinada estética que en el caso del hip-hop es fácilmente identificable. Pero como todos los movimientos que están vivos, evolucionan y se ramifican. Musicalmente, en muchos casos se hacen más "comerciales" para llegar al mayor número de gente posible, y en otros casos se ramifican llegando a tocar otros temas nuevos que nunca habían venido al caso.
    En parte es lo atractivo de estos movimientos, que nunca son estáticos, y que si no evolucionaran, serían incomprensibles. Pero como la mayoría de las cosas, tienen unas circunstancias, unos motivos originarios que lo hacen emerger y cuando estos cambian, los movimientos pierden fuerza. No se puede entender hoy como en los 80 la música de Springsteen, porque el contexto del que habla en sus canciones, ha cambiado radicalmente, pero aún así sigue gustando. Es natural que ya no queden hippies como en los 60 porque ya su "lucha" no tendría sentido.
    El hip-hop seguirá evolucionando y cambiarán las letras, la problemática, el efecto que transmite con el único hilo conductor de sus versos. Si dentro de 20 años echamos la vista atrás, probablemente poco quede de lo que originalmente fué.

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